sábado, 25 de enero de 2025

DEJÉ DE LUCHAR, TOCA ACEPTAR

 Entrada en la que hablo de situaciones que tienes que aceptar en vez de buscar soluciones que no existen.


Hay veces en las que piensas mucho buscando la solución a un problema. Tienes la esperanza de encontrar una solución que no existe. En el fondo sabes que es así, pero en la superficie te niegas a admitirlo. No es que no exista, es que no has dado con ella. ¿Aceptar las cosas tal y como vienen? No. Eso no. Mejor poner las neuronas a trabajar hasta que den con la fórmula mágica que te permita no tener que aceptar lo que no quieres. 


Se me ocurren varios ejemplos. Cuando tienes un problema de salud. Antes de la visita con el médico esa enfermedad no existía. Seguro que existe la forma de volver atrás en el tiempo para que siga siendo así. 


El fallecimiento de un familiar, un bache económico, querer cuidar de tu bebé cuando no puedes dejar de trabajar. También se me ocurre la mala relación con un familiar o amigo que por más que lo intentas no consigues que sea buena. Encontrar un piso de alquiler o de compra que cueste la mitad de lo que cuestan actualmente. Ese trabajo donde te pagan el doble por la mitad de horas. 


Seguro que tú estás pensando en otra lista de problemas. Esas situaciones que en tu cabeza tienen una solución tan fácil como irreal. Y ahí estás, pensando y pensando para dar con esa solución que no existe. En el fondo sabes que te tocará aceptar la situación, pero haces todo lo posible porque ese momento tarde en llegar. 


Hay ocasiones en las que hay que luchar y hacer todo lo posible por cambiar la situación. Pero tenemos que darnos cuenta que hay momentos en los que debemos rendirnos. Que en realidad no es rendirse, sino aceptar las cosas. Por ejemplo, queremos ser astronautas y vivimos en un pueblo con pocos habitantes. La solución mágica (lo que yo llamo mi mundo de luz y color) sería que nos llamaran de la Nasa para ofrecernos el puesto. Pero eso no va a pasar. Así que lo suyo es intentar vivir en una gran ciudad donde es más fácil acceder a la formación necesaria. Luchar por vestirnos con un traje espacial, poner todo nuestro empeño. Darle vueltas a cómo podemos hacerlo. Pero llega un momento en el que tenemos que aceptar que sólo podremos pilotar un cochete de juguete. Porque con 65 años, miopía, hipertensión y problemas de espalda lo de viajar al espacio es algo irreal (no me gusta la palabra imposible).


En resumen. Hay situaciones en las que debemos pensar y otras en las que debemos aceptar. Y en la gran mayoría necesitamos hacer ambas cosas. Lo que pasa es que el momento en el que debemos dejar de pensar, no lo tenemos claro. Porque no es fácil. Siempre tenemos esa idea de que hay algo que se nos escapa, que todavía no hemos dado con la solución mágica.


Gracias por estar ahí. Por leerme y si te animas a compartir tu reflexión, gracias por hacerlo.



lunes, 25 de noviembre de 2024

URGENCIAS PEDIÁTRICAS

 Entrada en la que comento algunas de las cosas que pasan cuando llevas a tu peque a urgencias. 


   Hoy quiero hablar de las relaciones invisibles qe se establecen cuando te pasas horas en urgencias. Todo empieza un rato antes, cuando te das cuenta que el amor de tu vida está malo. Tiene mucha fiebre, se ha hecho una brecha, se ha dado un golpe en la cabeza, lleva vomitando días... En cuestión de minutos os vais para el hospital con un deseo. Bueno, en realidad dos. Que no sea nada y que no haya mucha gente en la sala de espera. 


   Llegas a tu destino y mientras vas a dar los datos, miras de reojo la sala de espera. Te entran ganas de llorar. Ves caritas con los ojos de tener fiebre, otros dormidos encima de papá o mamá, alguno en silla de ruedas con la pierna estirada. Oyes toses, alguna mamá hablando con su peque. 


   Cuando te has sentado en la sala, después de pasar por triaje, ya sabes la gente que ha entrado antes que tú. Sin conocerles de nada, has empatizado con cada persona con la que compartes sala. De vez en cuando van llamando a los peques para que pasen a boxes. Ves en la mirada de los padres escrita las palabras "por fin". Y deseas en silencio que no sea nada. Gente nueva entra. Sus ojos reflejan lo que tú pensabas hace unos minutos. 


   Si tu peque está medio bueno, te toca pasear por los pasillos. Coincides con papás y mamás en la misma situación. "No toques la basura", "no entres ahí", "no des golpes a la máquina de café". Y si tiene edad de entenderlo "nos vamos pronto, cariño". 


   Te alegras cada vez que dicen por megafonía el nombre de un peque y el número de un box. Ya queda uno menos para que te toque a ti. 


   Puede pasar que un peque empeore y tenga que entrar corriendo. En una ocasión, un bebé se empezó a poner morado y la mamá entró gritando a boxes. Los pediatras corrían, los padres chillaban, los de seguridad también acudieron. Y un minuto después, el llanto del bebé. Todo el mundo respiró aliviado. A tiempo que el susto hacía que las pulsaciones aumentaran. Te pones en el lugar de esa madre, de ese padre y te imaginas a tu pequeño siendo ese bebé. Eliminas ese pensamiento al instante porque la imagen te resulta demasiado dolorosa. La vida es frágil, pero preferimos no pensarlo.


   Puede ocurrir que unos padres protesten por las largas esperas. Que entre de la calle alguien pidiendo una silla de ruedas o que se vayan cansados de esperar. 


   Por fin los altavoces dicen el nombre de tu hijo. Entras con un único pensamiento "que no sea nada". Le cuentas lo que le pasa al pediatra, le examina y en el mejor de los casos te dice lo que quieres oír y unas recomendaciones por si empeora. 


   Sales de boxes. Mientras te pones el abrigo tal vez veas a una amiga con la que dejaste de tener contacto hace 9 años. Sonríes sin mover los labios. Pero no le dices nada, estás centrada en salir de allí cuanto antes. Además tu peque hace que sólo puedas desear que su hijo esté bien, mientras evitas que salga a la calle sin abrigo. 


   Una vez fuera has olvidado cada cara, cada conversación, cada mirada cómplice. Has dejado dentro tus mejores deseos para que todos se recuperen lo antes posible. Deseas de corazón que los pediatras tengan poco trabajo, porque eso significa que nuestros pequeños están sanos. 


   Camino al coche miras la puerta de urgencias "hasta nunca" piensas. Aunque en el fondo sabes que te tocará volver tarde o temprano. 


   Y hasta aquí mi entrada de hoy. Espero que te haya gustado. Y si te animas a dejar un comentario lo leeré con atención. 



lunes, 6 de noviembre de 2023

FELIZ CUMPLEAÑOS

   Entrada dedicada a un amigo LUCHADOR, así con mayúsculas, al que admiro.



   Un año. 365 días de lucha. De tropezar, caer y volver a levantarse con gran esfuerzo. Un año de autoexigencia, de rabia y de esfuerzo. Cada paso que das, mas cerca estás de tu objetivo. "Poco a poco" es tu frase. "Ole tú" es la mía. Lo haces mejor de lo que piensas. No eres consciente de donde estás ahora ni de la admiración que provocas. Porque yo te admiro. 


   Hace un año la vida te dio un golpe. Cuando menos lo esperabas te puso en la cuerda floja. Y tu primer pensamiento fue "voy a descansar un rato" pero las circunstancias te llevaron a bajar al portal de tu casa. Gracias por tomar esa decisión, ya que fue la que te salvó la vida. Un vecino y el portero se dieron cuenta que algo no iba bien y la rápida actuación de los sanitarios hicieron que todo quedara en un susto.


   Unos días de ingreso y una nueva vida por delante. Un montón de retos y obstáculos que superar y una idea en la cabeza, llevarle la contraria al médico que te dijo "no vas a poder". Siempre te ha gustado llevar la contraria y si a eso le unimos la rabia que sentías y tu fortaleza física y mental, nos da el resultado que tenemos hoy. 


   No, amigo, "poco a poco" no. Eres un campeón. Lo haces genial y esto solo puede mejorar. Ya sé que eres muy exigente contigo mismo, pero date una palmada en la espalda y creéme cuando te digo que lo estás haciendo muy bien y que te admiro.


   Me habría gustado estar más presente en tu proceso de recuperación. Hacer todo lo que hicieron las personas que te ayudaron. Pero mis circunstancias lo impidieron. Nuestra amistad siempre ha sido así. Saber que estamos aunque no estemos físicamente. Y eso es lo bonito de la amistad, por eso te dedico esta entrada solo a ti. Para que sepas que aunque no estuve físicamente a tu lado, sí estabas en mis pensamientos. Y para ti eran mis mejores deseos.


   Por último sólo me queda darte las gracias. A ti por haber tomado la sabia decisión de bajar al portal, a tus ángeles de la guarda disfrazados de vecino y portero y por supuesto a todo el personal de hospital que hizo posible que ahora estés donde estás. Y no me olvido de tu grupo de amigos y amigas, que estoy segura que están de acuerdo con mis palabras. 


Bueno, por hoy dejo aquí mi nueva entrada. Y si quieres, dentro de 5 años, volvemos a hablar de todos los avances que has tenido. Sé que no, pero si en algún momento las fuerzas te faltan, ya sabes donde estoy. ¡Ah! Y vete pensando donde quieres celebrar tu otro cumpleaños, que el día 21 está al caer. 


Un fuerte abrazo, amigo.


viernes, 21 de abril de 2023

NO ME JUZGUES, RESPÉTAME

   Entrada en la que hablo sobre las decisiones de las madres.


   Hoy voy a hablar de las madres. Quiero comentar que, en demasiadas ocasiones, no se les trata como se merecen. Romperé una lanza a favor de todas esas decisiones que toman y que son juzgadas y criticadas por ellas. Por favor, respeto. No voy a pedir empatía porque no está al alcance de todo el mundo. Pero respetar sin juzgar sí lo sabemos hacer. Sólo hace falta querer hacerlo.

   Una mamá no quiere visitas en el hospital. ¡Genial! No hay problema. ¿Por qué nos molesta? Pero antes de llegar al hospital, vamos al embarazo.

   No siempre se consigue a la primera. Y cuando se consigue no siempre llega a término. Hay veces que hay que acudir a la ciencia para conseguir las dos rallitas. Desde que dos personas,  o una, decide tener un bebé hasta que le tiene en brazos, puede pasar de 10 meses (1 de búsqueda) hasta 10 ó 15 años e incluso más. ¿Te haces a la idea del sufrimiento que lleva esa mujer a sus espaldas?

   ¡Conseguido! Tenemos dos rallitas y/o un análisis de sangre que nos dice que vamos a ser mamás. Ahora empieza lo bueno. Hay algunos que son una bonita experiencia (mi más sincera enhorabuena) y otros que son una pesadilla. No a todo el mundo le pasa todo, pero en muchas ocasiones parece que nos ha mirado un tuerto mientras pasábamos debajo de una escalera después de romper un espejo al cruzarnos con un gato negro. Traducido al embarazo. Náuseas, vómitos, mareos, dolores de cabeza, tensión alta, ciática. También podemos tener problemas de salud previos como migrañas o dolor dental que nos impiden tomar nuestra medicación habitual. Y no me olvido de lo que nos puede pasar durante el embarazo como riesgo de preclamsia, sangrados, hematomas, placenta previa, diabetes gestacional. En definitiva, nos pasamos 9 meses con el alma en vilo y preocupadas porque nuestro bebé esté sano. Contenemos la respiración con cada ecografía hasta que el médico nos dice que todo está bien. Y cuando tuerce el gesto, se nos para el corazón y la preocupación nos acompaña el resto del embarazo.

   Si una embarazada te está contando que lo está pasando mal, no le digas que disfrute de su embarazo. De verdad, no lo hagas. Porque esa mujer no le va contando a todo el mundo que tiene insomnio o que lleva fatal no poder comer un alimento o que el médico le ha dicho que la va a volver a ver en 15 días por un sangrado. Si te dice que vomita 2 veces al día o que la acidez no le deja dormir, escúchala. Y como te hable del miedo a perder a su bebé porque hace una semana tuvo un sangrado o tiene un hematoma, no minimices su miedo. Es muy dura esa batalla interna de la esperanza contra el miedo.

   ¡Llegamos al final del embarazo! Nos hemos convertido en una pelota incapaz de atarnos los zapatos y que es incapaz de estar más de 3 horas sin ir al baño. Por no hablar que la labor de respirar se complica, la postura cómoda para dormir no existe e incluso la acidez y/o los vómitos son diarios. Ahora viene algo divertido. Nos hemos enamorado de nuestro bebé. Ese ser que va a ser futbolista y que le tiene manía a nuestra vejiga, por los golpes que le da. Tenemos ganas de conocerle y de achucharle. Pero esto no es lo divertido, es el parto. Aquí se nos abre un abanico. Nos ponemos de parto o nos lo inducen, vía vaginal o cesárea, cesárea de urgencia o programada. Hay mujeres que tienen un parto bonito y rápido (enhorabuena, chicas) y otras que sufren todo tipo de contratiempos y ese momento se convierte en algo traumático.

   Volvemos a lo que decía al principio. ¿En serio os vais a molestar porque una madre no quiera visitas en el hospital? Yo creo que esa mujer que lleva sufriendo 9 meses de embarazo y varias horas de parto, se merece decidir si quiere tener la habitación llena de gente o no. Igual que si decide dar biberón, pecho o lactancia mixta. No somos nadie para meternos en su decisión.

  Por favor, preguntemos. ¿Necesitas algo? ¿Quieres un tupper de comida casera? ¿Te parece que el próximo día te traiga (inserte aquí cualquier cosa)? No vamos a imponer nuestro criterio. "Qué mala cara tienes" "Trae que te cojo al bebé" "Mañana me quedo a dormir en el hospital" "Deberías darle el pecho/biberón". Venga, que la mamá ya tiene bastante con todo lo que ha pasado y no necesita ese tipo de comentarios. Vamos a respetarla como si acabara de dar vida a un ser humano, que es justo lo que acaba de hacer.

   Del postparto, las molestias y dolores y las noches sin dormir o la casa sin recoger, hablamos otro día. 

   ¡Gracias por tu tiempo!

martes, 18 de octubre de 2022

EL 2023 SERÁ NUESTRO AÑO

 

   Entrada dedicada a una gran amiga en la que hablo de un presentimiento. 



   Llevamos unos años duros. De lágrimas derramadas y sin derramar. De buscar y encontrar. De abrazos con y sin mascarilla. De retos, sueños, alguna pesadilla y muchas esperanzas. Pero hemos sobrevivido a todo ello. Somos fuertes. Y nos merecemos un año de sí. De quiero, puedo y lo consigo. 


   Nunca me han gustado los años impares. Me gustan más los números pares. Pero hoy he tenido un presentimiento. Primero ha sido una imagen mía haciendo algo que deseo. Y horas después, he sentido que tu sueño se iba a cumplir. 


   Las cosas pueden cambiar mucho o nada en 365 días. Y para nosotras, van a cambiar. Nuestro vínculo se va a hacer más fuerte. Y nos vamos a dar cuenta que el símbolo de nuestra amistad que empezó hace unos años, es el infinito. 


   Tal vez, las circunstancias no sean las más adecuadas para disfrutar de nuestras charlas en soledad. Pero la felicidad y la complicidad nos hará disfrutar de cada momento. 


   Felicidad. Eres una persona con la que quiero compartir esos momentos en los que mis ojos lloran de alegría. Me has dejado tantas veces tu hombro, tu chocolate, tus oídos y tu infinita paciencia; que por eso siento que te mereces mis sonrisas. 


   Eres mi ejemplo a seguir. No hay persona más luchadora que tú. Te admiro. Cada día me enseñas algo nuevo. Siempre desde el cariño incluso cuando me dices "venga, vamos, acelera y estréllate, es lo que quieres ¿no?". En esos momentos lo que no me dices es "aquí estaré para ayudarte a curar las heridas".


   Bueno, que me voy del tema. Que he empezado escribiendo que el 2023 será nuestro año y al final me ha salido una declaración de amistad. Lo dicho, sé que el 2023 nos va a traer aquello que buscamos desde hace tiempo. Y si por alguna remota casualidad no nos lo trae, no pasa nada. Porque cogeremos al 2024 y le diremos que se ponga las pilas. No sé lo que nos depara el destino. Lo que tengo claro es que son cosas buenas y que las vamos a poder compartir. 


   Gracias por el ratito de hoy. Y perdón por esta temporada tan rara que llevo. Ya queda menos para que las 12 campanadas den paso a nuestro año.






miércoles, 12 de octubre de 2022

ES TAN IMPORTANTE EL CAMINO, COMO EL DESTINO

   Entrada que va sobre algo que deberíamos tener todos, sueños.



   Hay veces en las que conseguir nuestro sueño se convierte en una carrera de fondo. Empezamos con un objetivo. Una idea clara. Nos ponemos las zapatillas a la vez que decimos en voz alta el nombre de nuestro destino. Al oírlo, parece más real. Accesible, alcanzable. Incluso posible.

   La mayoría de sueños empiezan siendo una locura. "¿Yo? ¿Astronauta? ¡Qué va!" Y empezamos la carrera imaginaria. Buscamos información, nos damos cuenta de que alguna posibilidad tenemos, se nos da genial el inglés. Y poco a poco vamos cambiando de idea. Es una locura... pero no tanto.

   Ya estamos en marcha. Y los obstáculos se multiplican. La opinión de la gente, la experiencia de otros astronautas, la familia... incluso hay veces que la sociedad nos dice "¿Ande vas, con lo que contamina un cohete?"

   Recibimos nuestro primer "no". El mundo se paraliza. En realidad sigue girando pero nuestros pies no lo notan. Nos ha salido  el hierro bajo y para viajar por el espacio necesitamos tener los niveles normales. Tras el susto, nos ponemos a comer lentejas y a buscar por internet. En dos días sabemos cada alimento que tiene hierro, el que no lo tiene y el que tenía fama de tenerlo pero es mentira. Seguimos en carrera para alcanzar nuestra meta.

   Lo anterior se repite una y otra vez. Ayer fue el hierro, hoy un papel que no hemos enviado a tiempo, mañana un ligero mareo causado por los nervios... y así una y otra vez. Pensamos en abandonar,  en dejar la carrera. Nos cuesta superar las dificultades. Nos duele cada caída. Cada "no". Entonces miramos al cielo. Una estrella parpadea para que la veamos sólo nosotros. Y recordamos por qué quisimos empezar a correr.

   Hay sueños que no se alcanzan. Que tenemos que dejar ir. Y nos vemos obligados a coger todas nuestras esperanzas, lágrimas y horas invertidas, para guardarlo en un cajón. Nos quedamos con el camino recorrido, la gente que hemos conocido, los lugares visitados. Y nos damos un aplauso. Porque sí, porque nos lo merecemos. Esta carrera nos ha servido para conocernos un poco más y para saber hasta dónde estamos dispuestos a llegar para conseguir lo que queremos.

  Una amplia sonrisa refleja la alegría del sueño cumplido. Sí, de verdad, hay veces que se cumplen. Y que todo nuestro esfuerzo adquiere la forma del sueño cumplido. Y sentimos que merece la pena cada lágrima, cada enfado, cada noche sin dormir, cada discusión con la gente que no nos entendía. A pesar y gracias a todo lo anterior, hemos llegado a la meta. Y ahora nos toca disfrutar al máximo y a la vez pensar en cuál será la próxima locura que se convertirá en sueño.

  Llegados a este punto he de confesar que no, mi sueño no es ser astronauta. Pero tengo otros que tal vez sean tan inalcanzables. Lo importante, es luchar por ellos y disfrutar al máximo del camino. Y cuando las fuerzas flaqueen, buscar una mano amiga que nos ayude en la lucha. Porque se cumpla o no, lo más importante es no dejar de soñar nunca.

   ¿Y tú con qué sueñas? ¿Te animas a contármelo? Gracias por leerme.

lunes, 19 de septiembre de 2022

DESPUÉS DE LA VISITA



Relato basado en hechos reales.


  Hay malas rachas que duran un poco más de la cuenta. Diana estaba acostumbrada a lidiar con ellas. Había aprendido a no luchar contra los elementos, era amiga de ellos. Surfeaba las grandes olas y hacía barbacoa cuando el fuego aparecía en escena. A pesar de ello, ahora estaba sumergida en un mar de situaciones que le venían grandes. Estaba al límite de sus fuerzas... o eso pensaba ella.


   El fin de semana se presentaba interesante. Después de trabajar, el sábado iría con sus amigas que estarían haciendo una barbacoa. Llevaría una gran tarta. Le apetecía mucho el plan. El domingo irían a la piscina con los amigos de su pareja. Aunque no era mucho de agua sabía que se lo iba a pasar bien. 


   El mayor se despertó con mocos y dolor de garganta. Palito por la nariz y Doña Vida mostró parte del plan que tenía pensado para nuestra protagonista y para el resto de la familia. Intentó organizar, sin éxito, la entrega de la tarta. Propuso que alguna fuera a por un trozo pero no fue posible. Así que allí estaba ella. Con una gran tarta en la nevera y sin poder ver a sus amigas ni ir a la piscina. 


   Comentó con su hijo mayor la frase de "Querida vida, cuando te pregunto si mi vida no puede ponerse peor, es una pregunta retórica, no un desafío". Ambos comentaron la racha que llevaban. Para intentar endulzar un poco el sábado, decidieron salir a picar algo por la noche. Doña Vida les dejó disfrutar de un rato en familia. Tenía una sorpresa preparada. Tras el picoteo y un rato de juegos con la perrilla en la calle, tocaba volver a casa.


  Al abrir la puerta algo pasó que no se abría. Estaban a punto de descubrir la sorpresa que la vida tenía preparada. Su pareja preguntó por qué habían puesto la cadena en la puerta. Diana palideció. Alguien había entrado en casa y había puesto la cadena. Su hijo mayor accedió al domicilio por donde habían accedido minutos antes persona o personas ajenas a su hogar. Con la cadena ya quitada, vieron el desastre. Las dos mesillas de la habitación de matrimonio vaciadas en el suelo. Una hucha estrujada y tirada sobre la cama. El armario abierto y ni rastro de una pesada caja de metal donde Diana guardaba monedas de poco valor. 


   Llamada a la policía, al seguro, y a lidiar con la sensación de miedo más real que ha vivido nuestra protagonista. 


   Finalmente, a las cinco de la mañana era capaz de cerrar los ojos, para seguir soñando con robos. 


   Doña Vida tenía preparadas más sorpresas. Al día siguiente ansiedad por dejar a su hijo pequeño en casa, con la verja cerrada y con una alarma de cuatro patas. Unas décimas de fiebre esa misma noche, que serían una pista de la próxima sorpresa. Bueno, muy sorprendente no fue ver en el test las dos rallitas, pero si lo fue el dolor de garganta que le impidió trabajar.


   Diana respira hondo. Sigue empeñada en no rendirse. Se aferra a la idea de que cuando todo lo malo pase, llegará todo lo bueno. Va a aprovechar el tiempo de aislamiento obligado para poner a punto la tabla de surfear y comprar mucha carne para la próxima barbacoa. Mientras tanto, la gran tarta cada vez es más pequeña.